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miércoles, abril 17, 2013

¿Es usted la persona correcta para responder mis preguntas? O el síndrome del sujeto equivocado



En los proyectos de software estamos llenos de personas que no son “las adecuadas para responder nuestras preguntas”, para establecer las verdaderas necesidades del negocio, para darnos a conocer el problema que tienen, el problema detrás del problema, la causa raíz, el impacto de ese problema y las áreas impactadas. Estamos llenos de personas que constantemente no toman decisiones, que tienen que consultar con alguien más, que no entienden lo que nos están contando durante un proceso típico de educción de requisitos, es decir, durante las entrevistas, al responder cuestionarios o al analizar prototipos, entre otras actividades.

Por eso es que nuestros proyectos están repletos de supuestos, algo con lo que nunca debemos trabajar, sobre todo, porque son supuestos pasivos, que nunca evolucionan ni son gestionados con eficacia. Los supuestos le están haciendo mucho daño a la industria y conducen a la producción de software de baja calidad o que no satisface para nada las necesidades de nuestros usuarios y clientes. Hacemos suposiciones porque nuestra mente es muy sabia y siempre necesita respuestas, necesita comprender lo que pasa en nuestro entorno, y si no se produce la respuesta que requiere, entonces la presume.

Esta necesidad de hacer supuestos es inherente al ser humano: a lo largo de nuestras vidas hay cientos o miles de preguntas que no somos capaces de manifestar explícitamente y, por consiguiente, no conseguimos las respuestas adecuadas. De todas estas preguntas sin responder, hacemos suposiciones para llenar el vacío y la insatisfacción que sobreviene, es la única manera de sentirnos seguros. Si logramos respuestas a medias, hacemos suposiciones, si no obtenemos respuestas, también hacemos suposiciones, nos da lo mismo saber si la respuesta es la correcta o no, simplemente es suficiente con suplir el ansia de saber.

Debido a ello, cuando un interlocutor, un usuario u otra clase de interesado, nos está respondiendo preguntas vía entrevista y nos dice que no está seguro, que va a confirmar tal o cual asunto, que debe reunirse la próxima semana con una o más personas para aclarar un tema, etcétera, nosotros, ni cortos ni perezosos, hacemos supuestos. Es más, nuestros productos de trabajo tienen siempre una sección de Supuestos en la que registramos estas conjeturas y muchas veces no las volvemos a revisar. Mi primer consejo es eliminar esta sección de los documentos, son perjudiciales.

También es bien sabido que los usuarios típicamente no saben lo que el software puede hacer o no tienen las habilidades para sintetizar las soluciones basadas en software a sus problemas reales. Y nosotros muchas veces fallamos al preguntar porque somos propensos a creer que el problema de los usuarios es de índole tecnológica y no algo puramente del negocio. Incluso, antes de eso, fallamos al seleccionar y clasificar correctamente a los usuarios correctos o alguien más toma la decisión por nosotros, lo que deja el proyecto en una incertidumbre mayor que aquella con la que inició.

Los supuestos son atajos hacia la veracidad. El problema es que casi nunca acertamos al escoger el camino apropiado. Siempre que sea posible, reemplacemos esas hipótesis por hechos probados, por evidencias que soporten la toma de decisiones, seleccionando mejor nuestros usuarios, entrevistando al mayor número de personas en el menor tiempo posible, así estaremos en capacidad de verificar las fuentes, de contrastar respuestas y de saber cuándo hemos llegado a la definición correcta del sistema. Invite a varias personas a la sesiones de búsqueda de requisitos, la probabilidad de que una de ellas sea la adecuada aumenta.

Por eso, la siguiente ocasión que inicie un proyecto de software y le toque entrevistar por primera vez a un usuario, pregúntele: ¿Es usted la persona correcta para responder mis preguntas? Sí, ya sé lo que van a decir, en nuestra cultura este tipo de preguntas es fuerte y puede tomarse como una insolencia; es cierto. Por eso tenemos alternativas: ¿quién más cree usted que puede ayudarnos a resolver estas cuestiones? ¿Alguien más está interesado en esta situación? ¿Quién más tiene este problema? ¿Alguien más nos puede acompañar en la reunión? ¿A quién podríamos enviarle estas preguntas? ¿Alguien más puede tomar decisiones cuando usted no está?

¡Las posibilidades son infinitas!