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jueves, noviembre 27, 2025

Mientras tu robot se desploma, tu competencia está aprendiendo a caer mejor

 

Este artículo se iba a llamar “El arte olvidado de fracasar en público”. Me pasó por primera vez a mis 8 años, frente a un grupo amplio de padres de familia de la escuela donde estudiaba entonces, muchos de corte intelectual, periodistas, escritores, librepensadores, come libros, maestros de escuela, con todo lo que eso significaba en los años 70; y de todos mis compañeros de clase. Era mi segunda “conferencia” de las miles que he facilitado hasta esta semana. Me equivoqué en algo, no supe manejarlo (¡tenía 8 años!) y comencé a llorar delante de todos. Mi padre, que evitaba mostrar en mi presencia lo orgulloso que estaba de su hijo, caminó hasta la tarima e hizo lo mejor que pudo para calmar mi angustia, me sacó de allí y me llevó a casa donde me escondí para siempre.

Pero entonces quise ser agresivamente más competitivo y “confrontacional”. Hablarles directamente a los líderes en las empresas, a raíz de un ejercicio que he estado haciendo esta semana en un banco de Centroamérica. Entonces cambié las cosas desde el comienzo, desde el mismo título. Sé que el "tu" lo hará personal o, al menos, es lo que quiero. Y la frase "caer mejor" parecerá contradictoria, pero espero que genere curiosidad inmediata. En breve, lo que quise con este cambio fue posicionar el fracaso como una habilidad que se puede perfeccionar… ¡Y dice así con entonado acento!

Hace unos días, el robot humanoide ruso AIdol hizo su debut con toda la pompa que se esperaría de una presentación tecnológica de esta magnitud: música de la película Rocky, asistentes bien vestidos y cámaras listas para capturar el momento histórico. Ver video. Lo que capturaron, en cambio, fue algo mucho más revelador: el robot avanzó unos pasos, levantó el brazo para saludar y se desplomó de bruces contra el piso del escenario. Segundos después, dos personas corrieron a cubrirlo con cortinas negras mientras piezas del robot quedaban esparcidas a la vista de todos.


Chiste obligatorio: AIdol definitivamente entendió mal la expresión "romper el hielo" en una presentación.

Pero lo que ocurrió después de la caída es lo que realmente merece mi atención, y la de ustedes. No fue la falla técnica en sí, eso le pasa hasta al mejor, sino la respuesta instintiva y casi coreografiada del equipo: tapar, ocultar, minimizar. Cortinas negras sobre el desastre. Explicaciones rápidas sobre "problemas de calibración" y "fase de pruebas". Una maniobra de relaciones públicas ejecutada con la sutileza de quien intenta esconder un elefante detrás de una maceta de bonsái Shito.

Pienso que aquí está el problema: esto no es exclusivo de una empresa rusa, ni de la robótica, ni siquiera de la tecnología. Es el modus operandi corporativo global del siglo XXI.

La cultura del tapete

Las empresas de hoy, desde gigantes tecnológicos hasta startups con nombres imposibles de pronunciar, han perfeccionado el arte de barrer la basura bajo el tapete. Apple lanza un producto con fallas de diseño evidentes y te vende el siguiente modelo como si el anterior nunca hubiera existido. Microsoft implementa actualizaciones que rompen sistemas enteros y lo llama "experiencia de usuario mejorada". Google descontinúa productos que millones de personas usaban sin siquiera pestañear. Y OpenAI... bueno, OpenAI tiene sus propios esqueletos en el armario de la ética de la IA. Yo mismo he fallado a lo grande, no en charlas como esa a los 8 años, sino en lanzamientos muy anticipados en algunas de las organizaciones a las que he tenido la oportunidad de servir en las últimas cuatro décadas.

El patrón es siempre el mismo: cuando algo sale mal, la primera reacción no es transparencia sino control de daños. No queremos que la junta directiva se entere. No queremos que los inversionistas huyan. No queremos que los usuarios pierdan la fe. Y, sobre todo, no queremos admitir públicamente que nos equivocamos, porque eso sería como confesar debilidad en un ecosistema donde solo los "disruptivos" y los "resilientes" sobreviven.

Hay algo roto en esta lógica: al ocultar el error, también ocultamos la oportunidad de aprender de él.

Soluciones de maquillaje

Lo que sucede después del encubrimiento inicial es aún peor. Las empresas implementan lo que yo llamo "soluciones de maquillaje": parches superficiales que dan la ilusión de que se tomó acción, pero que en realidad no resuelven nada estructural. Es como poner cinta adhesiva en un motor que está a punto de explotar y declarar victoria.

¿Por qué? Porque hacer las cosas bien es caro. Ir a la causa raíz significa admitir que el problema es más profundo de lo que queremos reconocer. Significa detener operaciones, revisar procesos completos, tal vez incluso reconocer que el producto o servicio nunca debió salir al mercado en ese estado. Significa tiempo, dinero y, lo más doloroso de todo, humildad pública.

Entonces optamos por el camino fácil: un comunicado de prensa bien redactado, un ingeniero sacrificado como chivo expiatorio, he sido yo, y seguir adelante como si nada. Después de todo, el ciclo de noticias es corto y la memoria colectiva, más corta aún. Bien sabré yo de eso por el entorno en el que crecí.

El miedo a la transparencia

Existe un miedo casi patológico en el mundo corporativo a la transparencia radical. Las empresas temen que, si muestran sus fallas, los competidores las aprovecharán. Que, si admiten errores, los clientes huirán. Que, si son honestas sobre sus limitaciones, nadie querrá invertir en ellas.

Pero la realidad es todo lo contrario.

Las empresas que triunfan a largo plazo son aquellas que han aprendido a fracasar en público con dignidad. Que documentan sus errores. Que publican post-mortems detallados. Que convierten cada caída en una lección compartida con su comunidad. Estas son las organizaciones que construyen confianza real, no solo percepciones de perfección. Pregúntenle a David Vélez (Nu).

No me gusta su estilo ni la cultura que promueve, pero cuando SpaceX explota un cohete, Elon Musk tuitea sobre ello en tiempo real. Cuando GitHub sufre una interrupción masiva, publican un análisis técnico completo de lo que salió mal. Cuando Basecamp cometió errores garrafales en su manejo de políticas internas, sus fundadores escribieron disculpas públicas y cambiaron su enfoque (aunque tardaron en hacerlo). Yo mismo le pedí a mi padre, todavía en medio del llanto aquel “fatídico” noviembre, que me cambiara de colegio; él, solo con su silencio penetrante de siempre, simplemente me volvió a matricular allí. Un año después repetí la charla, fue “todo un éxito”. Cincuenta años después sigo haciéndolo como entonces, aunque los temas y el público hayan cambiado ligeramente.

Estas empresas y yo entendimos algo fundamental: la innovación y la falla son gemelas inseparables. No puedes tener una sin la otra. Y si pretendes innovar sin nunca fallar públicamente, lo único que estás haciendo es mentirte a ti mismo y a todos los demás.

El verdadero costo de la perfección fingida

Hay un costo invisible pero devastador en esta cultura del ocultamiento: mata la innovación desde adentro. Cuando las empresas castigan el fracaso y premian el encubrimiento, envían un mensaje claro a sus equipos: no tomes riesgos, no experimentes, no intentes nada que pueda fallar visiblemente.

Los empleados aprenden rápido. Se vuelven maestros en el arte de la mediocridad segura. Proponen solo proyectos con garantía de éxito, o al menos, con plausible negación incorporada. Evitan las ideas audaces porque una idea intrépida que falla es una carrera arruinada.

Y así, lentamente, las organizaciones se fosilizan. Se vuelven expertas en ejecutar lo mismo de siempre, cada vez con más eficiencia, pero nunca en crear algo genuinamente nuevo. Se convierten en museos de su propio pasado exitoso.

El robot AIdol que cayó al piso al menos lo intentó. Al menos salió al escenario. Al menos existió como algo más que una presentación de PowerPoint. ¿Falló? Sí. ¿Es eso malo? Solo si no aprendemos nada de ello.

La vía alternativa

Imagina un mundo diferente. Imagina que después de que AIdol cayera, en lugar de cortinas negras y explicaciones apresuradas, el CEO hubiera subido al escenario y dijera: “Bueno, eso no salió como esperábamos. Permítanme mostrarles exactamente qué falló y qué vamos a hacer diferente la próxima vez”.

Imagina que abrieran el robot ahí mismo, mostraran el servomotor defectuoso, explicaran el problema de calibración, invitaran a otros ingenieros del público a ofrecer ideas. Imagina que convirtieran el fracaso en un seminario improvisado sobre los retos reales de la robótica humanoide.

¿Habría sido menos vergonzoso? No. Probablemente más. Pero habría sido auténtico. Habría sido educativo. Y, sobre todo, habría sido el tipo de momento que construye comunidades, no solo marcas.

Las empresas que van a dominar la próxima década no serán las que nunca fallan. Serán las que fallan mejor. Las que documentan, iteran, comparten y evolucionan en público. Las que entienden que la perfección es el enemigo del progreso y que la vulnerabilidad estratégica es la nueva ventaja competitiva.

No me quiero imaginar mi vida si don Luis Salazar de la Hoz me hubiera cambiado de escuela, si hubiese permitido poner esa cortina negra que yo le proponía mientras volvíamos a casa. Los efectos seguramente habrían sido devastadores para mí.

La lección del piso del escenario

AIdol cayó al piso y, en ese momento de desplome torpe y humillante, nos mostró algo mucho más valioso que un robot que camina perfectamente: nos mostró exactamente cómo NO manejar el fracaso en la era de la transparencia radical.

Las cortinas negras ya no funcionan. Todos tienen cámaras. Todo queda registrado. La viralidad no perdona. Y en un mundo donde cada error puede convertirse en meme global en minutos, la única defensa real es la honestidad.

No necesitamos más empresas que finjan perfección. Necesitamos organizaciones que entiendan que la innovación real es un desastre glorioso y documentado. Que cada prototipo roto es un paso hacia algo mejor. Que la diferencia entre un fracaso y un aprendizaje es lo que decides hacer después.

La próxima vez que tu proyecto caiga de bruces en el escenario de la presentación más importante del año, resiste el impulso de buscar cortinas negras. En lugar de eso, enciende más luces. Invita a la gente a acercarse. Muestra las piezas rotas. Explica qué salió mal. Y promete que la siguiente versión será mejor porque aprendiste esto en público.

Esa es la diferencia entre una empresa que oculta sus fallas y una que las convierte en su superpoder.

En el futuro, las organizaciones más valiosas no serán aquellas que nunca se equivocaron, sino aquellas que fracasaron tan públicamente, tan a menudo y con tanta transparencia, que transformaron el error en su principal mecanismo de evolución. La perfección es arqueología; el fracaso iterativo es la ingeniería del mañana.

Lucho Salazar

Dedicado a mi padre, Luis Salazar de la Hoz, enviado especial (a 8 años de su partida eterna).

Santiago de los Caballeros de Guatemala (hoy Antigua Guatemala), a 26 de noviembre de 2026 – 1700 kilómetros al noroccidente de Sincelejo, 50 años después.

jueves, marzo 27, 2025

La sobrecarga de la IA: Entre el hype, la desinformación y la infoxicación

 

Atención es todo lo que necesitas. Parece algo de sentido común y además algunos sabrán exactamente a qué me refiero con esa expresión. IA es la sigla del momento y con toda la razón. Era lo que estábamos esperando, algunos de nosotros incluso desde hace décadas.

Pero lo que está ocurriendo es arrollador. Si estás leyendo esto seguramente también estás siendo bombardeado vía redes sociales con titulares como:

“70 ChatGPT prompts para optimizar tu perfil de LinkedIn”

“7000+ cursos de IA GRATIS. ¡Accede ahora!”

“30+ Cheat Sheets definitivas para dominar la IA”

“37 ChatGPT prompts poderosos para ayudarte”

“28 prompts that can save you thousands of dollars”

“20 habilidades de aprendizaje con ChatGPT”

 “La IA no te reemplazará, pero quien sepa usarla SÍ”

También están las llamadas “Cheat Sheets”, infográficos con docenas o cientos de formas, conveniencias, modos, maneras, condiciones, conductas, procederes y tácticas para hacer las cosas con IA. Imágenes extremadamente complejas para el ser humano convencional. (Regresar a ver la portada).

Y no es ciencia ficción. Es nuestra realidad diaria en el mundo digital. La inteligencia artificial (que, a propósito, en español se escribe con minúsculas) está en boca de todos y, lo que es más preocupante, en las publicaciones de todos. ¡Los números son realmente descomunales!

No se trata de que la IA sea una moda pasajera. Es una revolución en marcha, una de las más impactantes de nuestra era, sino la más. Pero la forma en que se nos está vendiendo es, por decirlo de alguna manera, abrumadora. No es que haya 3 herramientas útiles para mejorar tu productividad, sino 50. No son 5 estrategias, sino 1000+. No se trata de aprender con calma, sino de devorar cantidades monumentales de información, como si el simple acto de consumir nos volviera expertos.

La Infodemia de la IA

La sobreexplotación del discurso sobre la IA tiene un efecto claro: genera ansiedad. La avalancha de información, consejos, cursos, prompts, plugins y "secretos" produce un efecto contrario al deseado. En vez de empoderarnos, nos paraliza.

Algunos amigos me han confesado que no pueden dormir debido a ello. Si eres un CEO o similar seguramente tu nivel de estrés haya sobrepasado máximos históricos. Muchos se sienten abrumados, incapaces de ponerse al día con la marea de supuestos conocimientos imprescindibles. La paradoja es evidente: el exceso de información produce desinformación. Con cada nueva "cheat sheet", con cada "curso definitivo", con cada "descubrimiento revolucionario", con cada nueva versión del chatbot de la semana, el usuario promedio queda atrapado en un círculo vicioso de aprendizaje sin aplicación real.

La falacia del experto instantáneo

El otro gran problema es la proliferación de "gurús de la IA". LinkedIn, X y mucho de la Internet que transitamos están plagadas de autoproclamados expertos quienes parecen haber descubierto el Santo Grial de la inteligencia artificial.

¿Han probado las herramientas que promocionan? ¿Han seguido alguno de los procesos que proclaman? ¿O simplemente están repitiendo lo que vieron en otro post viral? Yo no lo sé de cierto, lo supongo. La IA, como cualquier otra disciplina, requiere estudio, experimentación y un profundo conocimiento del contexto. No se trata de memorizar "los 42 prompts definitivos", sino de comprender cómo y por qué funcionan.

Cómo sobrevivir a la sobrecarga de IA

Ante este tsunami informativo propio de tabloides más que de ciencia e ingeniería, te quiero dar algunos consejos esenciales:

1.      Ve a tu ritmo: No intentes absorberlo todo en un día. La IA es una herramienta poderosa, pero su dominio requiere tiempo. Evita los cursos "exprés" que prometen convertirte en experto en "3 minutos al día".

2.      Acompáñate de verdaderos expertos: Busca mentores que hayan recorrido el camino antes que tú, que puedan guiarte con conocimiento real y no con humo digital.

3.      No te agobies: Siempre habrá alguien más adelante y alguien más atrás. Aprende de los primeros y ayuda a los segundos. La IA no es una competencia de velocidad; es una carrera de fondo.

4.      Filtra el contenido con criterio: En un entorno sobresaturado de información, aprender a discriminar fuentes confiables de aquellas que solo buscan generar clics y engagement es crucial. Pregúntate: ¿esta información proviene de una fuente académica o empresarial con respaldo? ¿El contenido tiene profundidad o solo repite lo que otros dicen?

5.      Evita el FOMO (miedo a quedarse atrás): La IA avanza rápido, sí, pero la presión por estar siempre actualizado puede ser contraproducente. Define tu propia cadencia de aprendizaje y enfócate en aquello que realmente aporte valor a tu crecimiento personal y profesional.

Llamado a la acción

El ritmo con el que se está propagando la información sobre IA es avasallador, intimidante, abusivo y, en muchos casos, irresponsable. Quizás nunca estemos a la vanguardia, pero la pregunta es: ¿realmente quieres estarlo?

Piensa en ello antes de dar clic en la próxima lista de "100 herramientas de IA que cambiarán tu vida". Quizás lo que realmente cambie tu vida sea aprender a priorizar lo que importa y avanzar con pasos firmes, en vez de correr sin rumbo en una maratón sin fin.

miércoles, octubre 04, 2023

El TAO de la experimentación: del caos a la evolución organizacional

 

Una de las conversaciones más extensas que sostuve en el más reciente Ágiles Latinoamérica en Lima, Perú, trató sobre experimentar en las organizaciones, a raíz de una charla de Jorge Abad sobre Liderazgo Digital, donde él preguntaba a los asistentes sobre el número de experimentos en el último mes: solo 2 o 3 personas mencionaron que 1. Un número irrisorio por demás que deja mucho que desear para empresas que están en la senda de la transformación digital. Y, sin embargo, muchísimo más que el resto de las empresas representadas en la sesión, cuyo número de experimentos simplemente es un vacío cero.

Mi crítica no se hizo esperar a la salida. Les contaba a mis amigos peruanos cómo Booking.com realiza más de 1.000 pruebas rigurosas simultáneamente y, según estimaciones, más de 25.000 pruebas al año. En cualquier momento dado, millones de miles de millones de permutaciones de páginas de destino activas, lo que hace prácticamente improbable que dos clientes en la misma ubicación vean la misma versión. Este nivel de experimentación ha ayudado a transformar la empresa de una pequeña empresa emergente holandesa a la plataforma de alojamiento en línea más grande del mundo en menos de dos décadas.

Les prometí finalmente que iba a escribir más sobre ello y aquí estoy.

Y es que experimentar, en el sentido amplio del concepto, no es solo un método. Es un estilo de vida. En mi era ágil como coach ágil, me di cuenta de que cada organización, cada equipo y cada individuo poseen un universo de potencial. Pero para aprovecharlo, debemos fomentar una cultura de experimentación.

Primero hablemos de las razones por las cuales no experimentamos:

1. Experimentación vs. Miedo al Fracaso

Durante mis primeros años como coach ágil, me encontré con equipos tan paralizados por el miedo al fracaso que dudaban en probar algo nuevo. Estaban practicando Scrum, pero sentía que estaban "haciendo ágil" en lugar de "ser ágiles". A uno de ellos, en particular, les propuse un desafío: en cada retrospectiva, llevaríamos a cabo un experimento. ¿Los resultados? Asombrosos. Cuanto más experimentaban, más aprendían. Y con cada experimento, el miedo al fracaso disminuía. Al celebrar los fracasos tanto como los éxitos, transformamos ese miedo en combustible para el crecimiento.

2. Generación y Validación de Hipótesis

Trabajando con el sector financiero siempre me encuentro con vacilaciones, dado el alto nivel de aprehensión por la seguridad, la regulación y la gestión de riesgos, que son aspectos cruciales en esta industria. En una ocasión, un equipo estaba interesado en integrar una nueva funcionalidad, pero a su vez estaba inseguro sobre su recepción. En lugar de hacer suposiciones, generamos una hipótesis: "Creemos que, al agregar la Función X, podemos aumentar la participación de los usuarios en un 15 % durante el próximo trimestre". Lanzamos un producto mínimo viable (MVP) y lo probamos. Los resultados no fueron los que esperábamos, pero las percepciones que obtuvimos fueron invaluables. Este enfoque iterativo de generar y validar hipótesis se convirtió en el corazón de su desarrollo de producto.

3. Aprendiendo del Fracaso: la esencia del crecimiento

Una vez guie a una organización a través de una transformación ágil a gran escala. Enfrentamos desafíos en cada esquina, desde la resistencia al cambio hasta malentendidos sobre ágil. En lugar de ver estos como obstáculos, vimos cada desafío como un experimento. Con cada "fracaso", recopilamos datos, adaptamos nuestro enfoque y avanzamos con una comprensión aún mayor. Fue en estos momentos de adversidad donde ocurrió el crecimiento más profundo.

La esencia de la experimentación en las organizaciones

La experimentación es ese gen de una práctica deliberada de probar nuevas ideas, procesos o productos de manera controlada para determinar su viabilidad o valor. En general implica establecer hipótesis sobre los cambios que podrían lograr y luego probar esos cambios en un entorno real, a menudo a pequeña escala inicialmente, para validar o refutar esas hipótesis.

Si fomentas una cultura de Experimentación, tienes:

1.  Innovación: la experimentación fomenta la creatividad y las nuevas ideas, impulsando la innovación dentro de la organización.

2. Gestión de Riesgos: al probar cambios a menor escala, las organizaciones pueden evaluar resultados antes de una implementación a gran escala, reduciendo pérdidas potenciales.

3. Decisiones basadas en datos: la experimentación conduce a conclusiones basadas en evidencia, permitiendo una toma de decisiones más informada.

4. Adaptabilidad: las organizaciones que experimentan regularmente pueden adaptarse más rápidamente a las condiciones cambiantes del mercado o las necesidades del cliente.

5.  Mejora Continua: las pruebas y refinamientos regulares conducen a mejoras constantes en productos, servicios y procesos.

6.  Compromiso de los colaboradores: una cultura que valora la experimentación a menudo empodera a sus empleados, lo que lleva a un mayor compromiso y satisfacción.

Es un hecho, una mentalidad de "todo es una prueba" produce beneficios sorprendentemente grandes y competitivos, e incluso puede ayudar al desempeño de las acciones en el mercado. O si no preguntémosle a Google, Amazon, Nike, Amazon o al mismo Booking que ya mencioné.

Por el contrario, si no fomentas una cultura de experimentación, consigues:

1.     Estancamiento: las empresas podrían perderse ideas innovadoras o nuevos modelos de negocio que podrían impulsarlas por delante de la competencia.

2.    Oportunidades desaprovechadas: Sin experimentar, las empresas pueden pasar por alto posibles fuentes de ingresos o segmentos de clientes.

3.    Resiliencia reducida: las empresas que no experimentan y aprenden de esos experimentos podrían ser menos adaptables a interrupciones o cambios en el mercado.

4.  Dependencia de suposiciones: sin pruebas en el mundo real, las empresas basan las decisiones en suposiciones en lugar de datos, lo que puede llevar a costosos errores.

Pero, ojo, si no lo haces bien puedes caer en el lodo de:

1.  Parálisis por Análisis: demasiada experimentación sin objetivos claros puede llevar a indecisiones o retrasos en la implementación de productos/servicios.

2. Drenaje de recursos: la experimentación continua puede consumir recursos significativos, especialmente si no se hace de manera eficiente.

3.   Confusión potencial: si no se comunica bien, los cambios y pruebas frecuentes pueden confundir tanto a colaboradores como a clientes, principalmente a estos últimos.

4.   Miedo al fracaso: aunque una cultura de experimentación tiene como objetivo abrazar el fracaso como una oportunidad de aprendizaje, no todos los colaboradores o interesados pueden verlo de esa manera, lo que podría llevar a una reducción de la moral o confianza.

5.   Énfasis excesivo en resultados a corto plazo: existe el riesgo de que las empresas se concentren demasiado en los resultados de los experimentos a corto plazo en detrimento de los objetivos estratégicos a largo plazo.

Además de Booking, estas otras empresas lo hacen bien:

Google es conocido por su cultura de experimentación. Sin embargo, la tasa de éxito puede ser bastante baja. Por ejemplo, en Google y Bing, entre el 10 % y el 20 % de los experimentos controlados generan resultados positivos.

Amazon es otra empresa que depende en gran medida de la experimentación para la innovación y el crecimiento, pero no encontré una fuente confiable que me hablara de la tasa de éxito o fracaso de estos.

La unidad Bing de Microsoft ha descubierto que los experimentos en línea cambian las reglas del juego. Han ayudado a Bing a realizar docenas de mejoras mensuales, que en conjunto han aumentado los ingresos por búsqueda entre un 10 % y un 25 % al año.

Nike es otra empresa que realiza experimentos para impulsar la innovación. Tampoco pude encontrar la tasa de éxito exacta.

Para concluir,

Experimentar no se trata de acertar siempre. Se trata de crear un ambiente seguro para probar, aprender y crecer. Cuando cambiamos nuestra mentalidad de temer a los errores a valorarlos como oportunidades de aprendizaje, desbloqueamos un mundo de potencial.

La experimentación en las organizaciones es una espada de doble filo. Cuando se hace correctamente, puede llevar a la innovación, adaptabilidad y mejora continua. Pero, sin objetivos claros, comunicación y un equilibrio entre resultados a corto plazo y objetivos a largo plazo, también puede presentar desafíos. Es vital que las empresas encuentren el equilibrio adecuado y se aseguren de fomentar una cultura de experimentación que realmente las beneficie.

Y mientras preparo una segunda parte de este capítulo sobre experimentación, no dejes de contarnos en el foro cómo lo estás haciendo en tu empresa.

Algunas referencias

Building a Culture of Experimentation, by Stefan Thomke

https://hbr.org/2020/03/building-a-culture-of-experimentation

 

The Secret Behind Successful Corporate Transformations

by Paul A. Argenti, Jenifer Berman, Ryan Calsbeek, and Andrew Whitehouse

https://hbr.org/2021/09/the-secret-behind-successful-corporate-transformations

 

A Harvard Business School professor on how companies like Google and Amazon use experimentation to innovate, grow, and improve, by Stefan H. Thomke

https://www.businessinsider.com/harvard-business-professor-on-companies-using-experimentation-2020-2

viernes, agosto 18, 2023

El poder de la experimentación: una travesía a través de Scrum e historias de usuarios

 

Luego de muchos desafíos he observado una constante: la transformación ágil es una travesía de descubrimiento. Es un camino cargado de preguntas, dudas y esa ansiedad que genera la experimentación. He recorrido este camino con personas, equipos y organizaciones, y una de esas revelaciones es que Scrum, combinado con Historias de Usuario y Desarrollo Conducido por Hipótesis (HDD), puede ser la brújula que nos guíe a través de los paisajes corporativos actuales.

La esencia de la experimentación

Hecho: la experimentación no se trata de fracaso o éxito. Se trata de aprender, adaptarse y mejorar, en el sentido de crecer. Se trata de desafiar las suposiciones y aceptar una realidad en constante cambio. En el corazón de Scrum, el proceso iterativo de inspección y adaptación es en sí mismo un experimento. Es una búsqueda de la verdad, pero también de la belleza y la excelencia.

La experimentación es un arte, pero, sobre todo, una ciencia. Es una filosofía que ha estado en el centro de mi trabajo durante más de una década. Pero ¿qué significa exactamente y por qué resuena tan profundamente en el mundo Ágil?

El proceso de descubrimiento. En el ámbito de Scrum, la experimentación no es simplemente una herramienta o un método; es una forma de pensar que impregna cada acción, decisión e interacción. Permite a los equipos navegar por esos horizontes complejos y en constante cambio de los negocios modernos.

Para experimentar, ten la voluntad de explorar. La experimentación comienza con la curiosidad. Se trata de preguntar, "¿Y si…?" ¿Y por qué no…?" Se trata de tener el valor de adentrarse en lo desconocido, desafiar el statu quo y sondear posibilidades sin un destino predeterminado.

Para experimentar, no le temas a la incertidumbre. Uno de los aspectos más viscerales y emocionales de la experimentación es su incertidumbre inherente. Hay un miedo y una sensación de asombro al no saber qué sucederá a continuación. Es esta incertidumbre la que alimenta la creatividad, la innovación y el crecimiento. Es por ello por lo que causa tanto temor hablar en voz alta de experimentos en los entornos organizacionales de hoy. Sigue siendo un tabú. Antes, era una herejía.

Experimentando, aprendes a través del fracaso. No voy a usar palabras bonitas. Que falla, que negación, que infortunio. No.  En mis años como coach, he visto equipos tropezar, flaquear y frustrarse. Pero también los he visto crecer, aprender y transformarse. La experimentación reconoce que el fracaso no es un callejón sin salida sino una encrucijada, un punto de reflexión, una lección que se debe acoger, que se debe dejar entrar en nuestra cultura organizacional. Es en estos momentos de fracaso cuando a menudo se produce el aprendizaje más profundo.

Experimentando continuamente, cimientas resiliencia. Es de esta manera que las personas y los equipos se vuelven más adaptables, más receptivos y más alineados con la naturaleza dinámica de su trabajo. Es un proceso que fomenta una cultura de confianza, colaboración y empoderamiento.

Frecuentemente me preguntan cómo fomento, cómo cultivo la experimentación. Aquí les dejo algunas notas:

  1. Colabora: involucra a todos. La diversidad de pensamiento es el caldo de cultivo de la innovación.
  2. Acepta el fracaso: este es una oportunidad de aprendizaje. Celébralo, analízalo, crece a partir de él.
  3. Haz preguntas: fomenta la curiosidad. Aviva una cultura en la que se celebre hacer preguntas.
  4. Itera: los experimentos pequeños y frecuentes permiten un aprendizaje y una adaptación rápidos.
  5. Reflexiona: Tómate el tiempo para reflexionar sobre los resultados. ¿Qué aprendiste? ¿Cómo lo aplicarás?
  6. Crea espacios seguros: permite errores. Crea un entorno en el que el fracaso se vea como una oportunidad, no como una amenaza.
  7. Celebra el aprendizaje: concéntrate en el viaje de aprendizaje, no solo en los resultados. Reconoce y recompensa el crecimiento y la comprensión.
  8. Comparte ideas: la transparencia fomenta la colaboración. Comparte hallazgos, ideas y reflexiones abiertamente dentro del equipo y la organización.

La esencia de la experimentación es algo rico y complejo que ha moldeado mi trabajo y la vida de aquellos a los que he acompañado. Es más que una técnica o un proceso; es una forma de ser, un camino que conduce a una comprensión más profunda de nosotros mismos, nuestro trabajo y nuestro mundo. Es el latido del corazón Ágil, y es lo que hace que nuestro trabajo no sea solo un trabajo, sino una pasión, una aventura y una celebración del potencial humano.

Puedes leer algo más sobre esto en:

http://www.gazafatonarioit.com/2022/01/no-cometas-los-mismos-errores.html

O en mi libro Cultura Ágil: ese oscuro objeto del deseo.

La técnica de desarrollo conducido por hipótesis (HDD)

Esta técnica es el núcleo de la experimentación. Con HDD, planteamos preguntas, diseñamos experimentos, analizamos resultados y tomamos decisiones.

Por ejemplo, considera un equipo que lucha con su compromiso de sprint. La hipótesis podría ser: "Al reducir la cantidad de Historias de Usuario en un 25 % en el próximo Sprint, mejoraremos la tasa de finalización en un 20 %". ¿El resultado? A veces funciona, y a veces no. Pero siempre, aprendemos. Incluso ya sabemos que, si aplicas patrones como El Clima de Ayer o Los Equipos que terminan más temprano aceleran más rápido, vas a aumentar tus probabilidades de tener éxito. Entonces dejará de ser un experimento y se convertirá en una práctica común a tu alrededor. Para saber más de estos patrones, puedes consultar el libro Scrum: epítome de experiencias o en mis blogs en:

http://www.gazafatonarioit.com/

O en:

https://luchosalazar.com/category/agilidad/

La técnica HDD no es simplemente un método, sino un enfoque filosófico para el desarrollo de productos y la resolución de problemas. He aquí un breve vistazo a sus elementos centrales y cómo ha llegado a influir en la forma en que trabajo con equipos y organizaciones.

Un enfoque científico. El corazón de HDD radica en tratar cada nueva idea, característica o cambio como un experimento. Adopta un enfoque científico en el que se formula una hipótesis y luego se diseña un experimento estructurado para probar esa hipótesis.

La hipótesis. Una hipótesis es una declaración bien elaborada que expresa una suposición que se va a probar. Por ejemplo, "Implementar la función Pagar Contra Entrega mejorará la participación del usuario en un 20 %". La belleza de este enfoque es su claridad y enfoque, que establece una meta y una métrica precisas para el éxito o el fracaso.

Diseña el Experimento. Dibujar el experimento implica planificar cómo se probará la hipótesis. Esto incluye definir las métricas, el público objetivo, las condiciones y los criterios de evaluación. Es una etapa crítica donde entran en juego la precisión, la previsión y la colaboración.

Ejecuta el experimento y aprende. Una vez que el experimento está diseñado, es hora de ejecutarlo. Esta etapa puede estar llena de anticipación, conmoción y, a veces, desasosiego. Los resultados pueden confirmar la hipótesis, refutarla o revelar ideas inesperadas. Independientemente del resultado, la atención se centra en el aprendizaje y la adaptación. Si no aprendes nada del experimento, quizás no era un experimento del todo.

Itera y adáptate. HDD no es un evento único sino un ciclo continuo. Cada experimento conduce a nuevos conocimientos, nuevas preguntas y nuevas hipótesis. Es un proceso dinámico y en evolución que se alinea perfectamente con la naturaleza iterativa y adaptativa de Ágil y Scrum.

Ahora bien, ¿por qué debería importarte HDD? Esta técnica ha sido transformadora en mi práctica. Aporta disciplina, claridad y un enfoque implacable en el aprendizaje. Alienta a las personas a pensar de manera crítica y sistémica, desafiar los supuestos y aceptar la naturaleza cambiante de su trabajo.

Historias de usuarios y la conexión humana

¡El poder de las historias de usuario!

Las historias de usuarios dan vida a nuestro trabajo. Son la voz de nuestros usuarios, el latido de nuestro producto. Pero también pueden ser un campo de juego para la experimentación. Recuerdo a un equipo que una vez tuvo el desafío de comprender las necesidades de sus clientes. Decidimos experimentar involucrando a los clientes directamente en la creación de Historias de Usuario. El compromiso, la empatía, los conocimientos que obtuvimos fueron transformadores. El producto prosperó, al igual que el equipo. De hecho, usamos Historias de Usuario Conducidas por Hipótesis para que cada nueva característica del producto, y el producto mismo, fueran considerados una hipótesis, un experimento en sí. Es de esta manera que empiezas a promover, aún sin mencionarlo, una cultura de experimentación en tu ámbito empresarial.

La belleza de las historias de usuario radica en su sencillez y humanidad. Sirven como puente entre los requisitos técnicos y las necesidades humanas reales, creando una conexión que impulsa el desarrollo significativo de productos.

El elemento humano. Las historias de usuario ponen al usuario en el foco del proceso de desarrollo de productos. No se trata de código, algoritmos o bases de datos; se trata de personas, emociones, experiencias. Infunden empatía en el desarrollo del producto, convirtiéndolo en un esfuerzo colaborativo y compasivo. Son una parte viva y palpitante del desarrollo ágil. Les ponen cara a las funciones, voz al código y corazón al producto. Al utilizar Historias de Usuario como base para los experimentos, no solo humanizamos el proceso, sino que también aportamos claridad, enfoque y empatía a nuestra búsqueda de innovación y excelencia.

En mi trabajo con diversos equipos y empresas, estas historias simples pero profundas a menudo han sido el catalizador de la creatividad, la colaboración y la conexión. Nos recuerdan que, en el centro de toda nuestra tecnología, procesos y métodos, siempre hay una persona, con necesidades, deseos y sueños. Conectar con ese elemento humano es lo que hace que nuestro trabajo no solo sea efectivo sino también significativo y satisfactorio.

No quiero extenderme más en este sentido. En mi blog puedes encontrar docenas de publicaciones sobre ello, incluyendo presentaciones, artículos y, por supuesto, el libro de la portada negra y naranja.

Pensamientos finales

Mi periplo ha sido uno de continua experimentación. Con cada fracaso, éxito y sorpresa, he aprendido, evolucionado y prosperado. Al menos, lo he intentado. Es una experiencia profundamente personal, llena de pasión, temor, alegría y resiliencia. Lo que he compartido no es solo un método o una técnica, sino una forma de vivir y trabajar. Se trata de ser humano y humanizante en un mundo de complejidad. Se trata de coraje, curiosidad y compasión. Y, sobre todo, se trata de la voluntad de experimentar, cuestionar y crecer.

Aquí tienes el próximo experimento y el siguiente paso en tu propio viaje. Auguro que será tan emocionante, esclarecedor y gratificante como todo lo anterior.

viernes, junio 16, 2023

¡Resuelto! Descubriendo la agilidad a través de la magia del cubo de Rubik

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Como practicante ágil y entusiasta del Cubo de Rubik, con frecuencia encuentro una asombrosa simetría entre estos dos campos aparentemente dispares. El simple Cubo de Rubik de 3 x 3,  especialmente en las manos hábiles de maestros como el joven Max Park, ofrece una profunda analogía de los principios ágiles y lean.

En el mundo de las competencias del Cubo de Rubik, se les concede a los competidores unos preciosos momentos para estudiar el cubo desordenado antes de que comience a correr el reloj. Este periodo de observación es similar a la fase de identificación del problema en una iniciativa ágil. Es un tiempo para absorber el estado actual de las cosas, para descubrir el problema detrás del problema. Los colores del cubo, aunque estén desordenados, representan el estado presente de una iniciativa, por ejemplo, de desarrollo de un producto - un contexto único, un desafío único.

Estos momentos críticos de observación forman nuestra hipótesis inicial, nuestro punto de partida. Al igual que un solucionador de cubos anticipa movimientos basándose en el estado inicial del cubo, nosotros, en los equipos ágiles, nos tomamos el tiempo para entender las complejidades y las interdependencias de nuestros proyectos. Diseñamos estrategias, planeamos, y creamos un camino a seguir, todo en un estado de proba incertidumbre.

Luego sucede la verdadera magia. Con el cubo, como en un proyecto ágil, nos comprometemos con una solución y la ponemos en marcha. Resolver el cubo, al igual que la fase de ejecución en el ágil, es un proceso adaptativo de alto ritmo. Iteramos, aprendemos, ajustamos. Siempre estamos abiertos a cambiar el enfoque si un movimiento no produce los resultados esperados. Cada giro, como cada sprint ágil, nos acerca a la solución. Pero hasta que esa solución no esté completamente formada, sigue siendo una hipótesis, una teoría que se prueba con cada movimiento pequeño, pero significativo.

La belleza del enfoque ágil y lean, al igual que resolver un Cubo de Rubik, es que prospera con un bucle ajustado de retroalimentación y ciclos de aprendizaje rápidos. No se trata de lograr la perfección en el primer intento. Se trata de aprender de cada movimiento, de cada error. Cada tropiezo es un escalón, una lección aprendida. Este principio es el núcleo de la agilidad, no se trata sólo de llegar a la meta, sino del viaje de aprendizaje que emprendemos para llegar allí.

Durante más de una década, he tenido el privilegio de acompañar a individuos, equipos y organizaciones en sus viajes ágiles. Cada iniciativa, como cada cubo desordenado, aportó un nuevo conjunto de desafíos, oportunidades de aprendizaje y triunfos. Y cada vez, al igual que la emoción de finalmente encajar esa última pieza del cubo en su lugar, el éxito de una diligencia bien ejecutada lleva una satisfacción única y emocionante.

La agilidad, como la resolución de cubos, es un testimonio del poder de la resolución sistemática de problemas, del aprendizaje rápido y de la pura alegría de convertir un enigma caótico en una solución ordenada. En ambos, encontramos la belleza de la experimentación, la emoción de la incertidumbre y el triunfo de la adaptabilidad.

 

Sobre el récord mundial de Max Park con el cubo de Rubik de 3 x 3

El pasado 11 de junio de 2023, Max Park, de 21 años y una verdadera leyenda, rompió el récord mundial de armado del cubo de Rubik 3 x 3, en un increíble tiempo de 3,13 segundos, superando el anterior registro del chino Yusheng Du que ostentaba el título con 3,47 segundos desde 2018.

Max es una estrella en esto de armar el cubo de Rubik en cualquiera de sus configuraciones. Con una mano lo hace en 6,2 segundos y también tiene el registro mundial de la media, es decir, el que se toma promediando los tiempos de armarlo cinco veces consecutivas. Lo comparte con su amigo australiano, Feliks Zemdegs, quien también alcanzó una media de 4,86 segundos.

Los invito a que vean el documental de estos 2 velocistas del cubo en Netflix, llamado precisamente “The Speed Cubers”.

Como nota al margen, mi récord personal, hace ya algo más de 40 años, fue de 42 segundos y hoy siempre mantengo 2 cubos en mi escritorio, de los muchos que poseo, que me sirven como distractores cuando quiero encontrar la mejor solución a una situación presente. No he vuelto a lograr esa lucidez de hace cuatro décadas, aunque de tanto en tanto intento alcanzar un tiempo de 3,13 minutos, pero me relajo mientras los armo y desarmo y me divierto pensando que hay jóvenes brillantes que vibran con este juego.

Con información de Wikipedia, YouTube y Netflix.