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lunes, junio 08, 2020

El lenguaje y la transformación organizacional


Escucha el audio de este artículo aquí:

Muchas personas no creen que la terminología o el vocabulario usado importe. Pero el lenguaje se refleja directamente en los modelos mentales que hacemos de las cosas. Y los modelos son una representación de la realidad que nos rodea. Así que los modelos ayudan o soportan la construcción o elaboración de esas realidades a nuestro alrededor y de los escenarios en los que vivimos.

En los procesos de cambio o de transformación, es importante modificar no solo nuestros comportamientos sino también el vocabulario que usemos. Así la alta dirección y todos en la organización no se sentirán ansiosos pensando que nada está cambiando. Veamos un ejemplo:

De pensar en proyectos a pensar en productos

Imagen de Nattanan Kanchanaprat en Pixabay

No se trata solo de un cambio en la terminología, sino también en la forma cómo vemos e interpretamos el mundo. Se trata de la forma en que percibimos y pensamos sobre las cosas: los proyectos inician con buenas ideas, de esas que dan ganas de volver una realidad. Pero las formas de gestión tradicional de proyectos los han catapultado como “exitosos” si el plan inicial de alcance, tiempo y costo del proyecto estuvo cerca o muy cerca de los números al final del mismo: se trata del así llamado Triángulo de Hierro del management vetusto.

En principio, esto no tiene nada de malo. Son las prácticas de gestión que han predominado durante décadas en las organizaciones, aunque a muchas de estas les ha costado más de un dolor de cabeza. Pensemos en que el 88% de las compañías que el siglo pasado estaban en la lista de las 500 más grandes de Estados Unidos (Fortune 500), en 2017 habían desaparecido de la lista o de la faz de la tierra para siempre o simplemente se habían convertido en un pequeño departamento dentro de una corporación mucho más grande que las absorbió. Más sobre esto en:

http://www.aei.org/publication/fortune-500-firms-1955-v-2017-only-12-remain-thanks-to-the-creative-destruction-that-fuels-economic-prosperity/

O si no pregúntale a Nokia. Cien mil empleados, una infraestructura considerable y millones en activos y por la que Microsoft pagó incluso menos que por Skype, otra compañía muchísimo más pequeña, con apenas algunos cientos de empleados. ¿Cómo es posible que la empresa cuyas ventas de celulares se encuentran en la cima de todos los listados de ventas y que se cuentan por cientos de millones de unidades, se haya convertido en unos pocos escritorios dentro del gigante del software y luego desaparecido para siempre?

Bueno, si tú o tu empresa siguen pensando en términos de proyectos y menos en términos de productos y valor, tu destino puede cambiar rápidamente. Y más en los actuales escenarios de altísima incertidumbre y volatilidad e igualmente o más complejos y ambiguos que los de hace apenas algunos años. Es por ello que queremos reemplazar conceptos (vocabulario) como el “triángulo de hierro” de los proyectos por el triángulo ágil o por mi versión extendida que puedes encontrar en:

http://www.gazafatonarioit.com/2016/04/del-triangulo-de-hierro-al-triangulo.html

O por los conceptos mencionados de producto y de valor. El objetivo de toda organización, y el paradigma al cual se enfrentan hoy por hoy, es entregar productos o servicios de valor para sus consumidores. Productos que generen retorno de la inversión, disminuyan los costos, ganar más clientes, eliminen desperdicios en los procesos y, en fin, todo lo que signifique generar valor para la empresa.

Hoy es preferible pensar en términos del mínimo producto viable (MVP), incluso es mejor pensar en términos de experimentos y de sus conceptos subyacentes. Es lo que te permitirá cambiar la forma de hacer las cosas porque tus modelos mentales serán diferentes y, por ende, la realidad que te rodea, la realidad que construyes basado en esos modelos. Esta forma de pensar, ágil por demás, conduce a generar menos desperdicio, a mayor creatividad y a más entregas y de mejor calidad.

Sobre técnicas para encontrar el MVP y, en general, sobre la creación de productos, puedes consultar en:

http://www.gazafatonarioit.com/2016/08/inceptions-con-jorge-abad.html

Y sobre productos y su contexto, puedes leer en:

http://www.gazafatonarioit.com/2019/12/el-contexto-de-tu-producto-importa-aqui.html

De pensar en trabajo en equipo a trabajo colaborativo

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Ya desde los mismos conceptos, el primero de ellos no da señales de que ese trabajo se haga efectivamente de manera colaborativa. Es posible tener un “equipo” de especialistas, como ha ocurrido históricamente, donde cada miembro elige o se le asignan tareas por hacer de acuerdo con sus habilidades específicas. Pero eso no tiene nada de colaborativo, no exige mucha comunicación entre uno y otro integrante del equipo y quizás requiera de poca o ninguna interacción entre unos y otros.

El verdadero trabajo colaborativo va más allá. Implica interacción constante, poner de manifiesto la inteligencia y las habilidades de cada persona para un bien mayor, el del equipo y el de la organización. Requiere de confianza entre las personas, de mucha comunicación, ojalá cara a cara, del establecimiento y práctica de valores como la apertura y el respeto, incluso el coraje. Requiere de mucha proactividad y de sentido de pertenencia y de familia. Bajo este paradigma no hay espacio para individualidades, el responsable de una tarea y de todas las tareas es el equipo en pleno, ningún miembro del mismo es dueño del resultado, solo el equipo.

Esta forma colaborativa de hacer las cosas hace posible la experimentación y la falla, requiere del liderazgo de todos los participantes en el equipo, rompe barreras, elimina silos, promueve recompensas a todo el grupo, no solo a unos pocos individuos, maximiza las habilidades de escucha y, en general, de comunicación, comportamientos que, a la postre, traerán como consecuencia un cambio en la cultura de la empresa, una transformación organizacional.

Estos cambios se van generando de manera natural, orgánicamente. Primero como un reflejo en nuestras mentes y en las mentes de los comprometidos con el cambio, más adelante, si lo sabemos promover, el cambio empieza a ocurrir en los demás interesados y, a partir de allí, en el resto de la organización. Finalmente esos cambios son el reflejo de nuestra forma de pensar, la que conseguimos encontrando nuevos conceptos y formas de ver e interpretar el mundo, un nuevo lenguaje que impacte positivamente nuestro modo de pensar.

Otros cambios necesarios en tu vocabulario

Estos apenas fueron un par de ejemplos sobre cómo el lenguaje impacta nuestro pensamiento y nuestra forma de actuar. Pero, en la práctica, quizás nos topemos con aspectos de la cultura organizacional, de la forma de trabajar de las personas y los equipos y de los paradigmas de gestión y de ejecución de tareas para los que no tengamos un vocabulario común o simplemente no hallemos una forma de verbalizarlo. Es allí donde es importante lo acentuado que tengamos una u otra forma de interpretación de los escenarios que enfrentemos y del contexto que tengamos de las cosas.

Con todo esto en mente, te invito a cambiar tu léxico:

·       De trabajo por habilidades o especialidades, aislado, a trabajo colaborativo, en red.

·       De una entrega final de producto a entregas tempranas y frecuentes de valor.

·       De analizar los resultados al final de un gran ciclo de trabajo (proyecto), a reflexionar sobre el estado de las cosas repetidamente: inspección y adaptación.

·       De tratar de mejorar todo y de una sola vez, a realizar mejoras graduales y pequeñas pero continuas.

·       De planificar una sola vez y ejecutar el plan, a realizar planes periódicos, quizás tanto como todos los días.

·       De pensar solo en tener éxito, a pensar en experimentar y fallar para aprender

·       De fomentar el trabajo de expertos en distintas áreas a promover el aprendizaje continuo de las personas para que adquieran habilidades T o Pi (especialistas generalistas)

·       De gastar tiempo estimando las actividades del equipo a ordenar los elementos del producto y empezar a crearlo de inmediato

·       De hacer multitarea a tener foco en una sola tarea a la vez, tanto individualmente como en equipo

Y de pensar que hay una palabra, una expresión verbal o escrita para todo, a tener presente que hay aspectos del universo que no somos capaces de modelar porque no hay forma de representarlos y allí es donde nuestras emociones y nuestro sentido común juegan un papel importante: es el fundamento o la esencia por el cual estamos aquí y la razón por la cual queremos cambiar para mejorar.

Al hacerlo, seguramente notarás un cambio en la realidad circundante. Por ahora, cuéntame en el foro qué otros cambios estás promoviendo en tu equipo y en tu organización.

Puedes ver y descargar la presentación aquí:



lunes, septiembre 23, 2019

Por qué hay tanto mal practicante de la agilidad: o de cómo los agilistas experimentados le podemos poner el cascabel al gato



Advertencia: agilidad sin prácticas técnicas no es agilidad.
Corolario: agilidad sin atención continua a la excelencia técnica no es agilidad.

Quizás cuando no teníamos la experiencia que tenemos hoy y empezábamos en esto de la agilidad no fuimos los mejores instructores, los mejores maestros, los mejores acompañantes, los mejores facilitadores, los mejores Scrum Masters. Incluso quizás no tuvimos los mejores maestros. Aunque sí tengo que decir, que tanto nosotros como nuestros maestros siempre tuvimos las mejores intenciones, de eso que no le quede la menor duda a nadie.

La proliferación aleatoria, desordenada y sin medida de “versiones” tanto del pensamiento ágil, como de los marcos de trabajo y prácticas más ampliamente usados actualmente, como Scrum, historias de usuario, SAFe, Kanban, DAD o el muchas veces explotado pero pocas entendido y mal usado modelo de las tribus y los squads ("sí, ese de Spotify"). No me malentiendan, todas esas “versiones” a las que aludo son bienvenidas, es lo que exige el entorno VUCA en el que transitamos. Pero hay unas bases sólidas sobre las que quizás no nos estamos levantando. Hablo del Manifiesto Ágil, del corazón de la agilidad, de los valores y principios que promueven el pensamiento ágil y todo este movimiento del que hacemos parte.

Muchos de quienes ya tenemos experiencia dejamos de enseñar temas “básicos” o para principiantes. Además, de tanto hablar de o tratar algún tema clasificado en esas categorías, hemos llegado a creer que ya todo el mundo tiene claridad sobre ello cuando, de hecho, no es así. Al movimiento ágil sigue sumándose gente todo el tiempo, de todo tipo, tanto a nivel personal como profesional, al igual que equipos, áreas y organizaciones enteras que necesitan de la ayuda de las personas que hayamos realizado muchos experimentos y que al menos hayamos aprendido cómo reaccionar a los resultados de esos experimentos, tanto exitosos como fallidos.

En nuestras economías, los equipos se están integrando y desintegrando todo el tiempo, no permanecen en el tiempo. Todavía estamos lejos de ese ideal que significa llevar proyectos a los equipos y abandonar para siempre la práctica de llevar equipos a los proyectos. Las cosas así, los equipos están en una eterna formación a lo Tuckman. Esto, sumado al constante estado “Shu”, natural por demás, de los principiantes, hace necesario que sigamos mirando hacia ese lado de las trincheras.

No nos estamos haciendo acompañar de las personas correctas. Aclararé esto con una instancia: una de las grandes disfunciones que tenemos los seres humanos, sobre todo quienes elegimos la tecnología como objeto de trabajo, es la comunicación. Más si se trata de comunicación cara a cara. No somos buenos comunicándonos. A no ser que lo hagamos vía WhatsApp o de cualquiera de los artilugios que nos ha regalado la tecnología del siglo 21. Ahora bien, el que el manifiesto ágil señale que “el método más eficiente y efectivo de comunicar información al equipo de desarrollo y entre sus miembros es la conversación cara a cara” no logra por sí solo que seamos capaces de conversar cara a cara. Ni siquiera porque se lo escuchemos a un gurú ágil, incluso a alguno de los mismísimos firmantes del manifiesto, no.

Si no somos “buenos” hablando cara a cara es porque en nuestra mente ocurren cosas que vienen desde hace mucho tiempo, quizás desde antes de que naciéramos, qué sé yo. De eso se trata precisamente. Quienes tenemos formación de Ingenieros, de programadores y similares, no tenemos la formación académica ni la experiencia suficiente y necesaria para tratar esos “males”. Y la mucha agilidad que transpiramos, practicamos y promovemos no va a conseguir solucionarlos. Quizás hasta estamos empeorando la situación. Así es que hagámonos acompañar de especialistas en esos temas tan ajenos a nosotros.

Y este apenas es uno de los muchos ejemplos que puedo mencionar. No es precisamente vía una o varias retrospectivas, sin el debido acompañamiento, que vamos a solucionar el problema de falta de comunicación entre miembros  del equipo. No es precisamente vía reuniones uno-a-uno, o a través de más lean cafés, más dinámicas de la confianza o más cervezas ágiles que vamos a curar algunas de las enfermedades crónicas de las personas en este milenio.

Atención a que no estoy diciendo que tenemos mala intención. Antes por el contrario. Queremos ayudar. Partimos de esa directiva. Pero no es nuestra competencia. Es definitivo. La agilidad es sobre personas, es para personas, antes que para equipos y mucho antes que para organizaciones. Y ser personas no nos hace expertos en personas. Hay otros profesionales que sí lo son. Busquémoslos, hagámoslos parte de nuestros equipos y empresas y trabajemos con ellos de la mano, aprendamos de ellos, sin querer reemplazarlos en ningún momento.

Sobre escalado y otros aspectos

Estamos escalando disfunciones. Algunas de las razones que expuse antes ocasionan esta situación. Lo que a su vez genera malos practicantes del escalado, de la agilidad en los negocios, de la agilidad en Recursos Humanos, en Operaciones, en Logística y en otras áreas fuera de las áreas de Tecnología, que es donde usualmente se inician los procesos de cambio en el enfoque ágil de hacer las cosas.

Llamado a la acción

Tomémonos un tiempo para reflexionar sobre estos asuntos de interés para nuestro tiempo. Pensemos en la inmensa responsabilidad que tenemos con los demás, estamos tratando de cambiar vidas y por una u otra razón no lo estamos haciendo bien. Promulgamos el que los demás deben hacerse acompañar (¡de nosotros!) pero nosotros no nos estamos acompañando de quienes necesitamos.

Volvamos a las bases. No tratemos de correr cuando deberíamos seguir caminando. ¡Cuántas veces he escuchado el “oye, ya llevas un año en tal empresa y como que no ha pasado nada”! En un año o más pasan muchas cosas, pero no todas las que esperamos y menos las que esperan los demás. Y un año es un período muy pequeño para que se susciten grandes cambios en organizaciones que vienen siendo conducidas por personas cuyo pensamiento tradicional les impide darse cuenta de que el ritmo de cambio afuera es mayor al de adentro.

Cumplamos la promesa y hagamos el cambio de manera orgánica. Paso a paso. Sostenible. Constante. Eso sí, no nos olvidemos de que todos los enfoques fallan, pero unos fallan más rápidos que otros.



Créditos de la imagen de la portada:
Trocadero Marbella Rugby Club, Marbella, España
Partido de rugby jugado el 14-01-2018 entre el Trocadero Marbella Rugby Club “B” y el Victoriano Rugby Club en el Bahia’s Park de Marbella. Estuvo lloviendo durante casi todo el partido formándose barro con lo que el juego se hizo dificil a la par que interesante y “atractivo”.
Foto de https://unsplash.com/photos/cK2UBBg4JI4