“Generalmente ganamos la confianza de
aquéllos en quienes ponemos la nuestra.” [Tito Livio]
Hace algunos días, nuestro amigo y colega Jorge Abad decía en un mensaje a la
Comunidad de Ágiles Latinoamérica:
“Me
hacen esta pregunta desde una empresa del estado que realiza grandes
contrataciones de proveedores: ¿Existe una lista de chequeo estándar para
validar si una empresa es ágil y usa
las prácticas de ingeniería adecuadas para ágil?”
Al margen de que sea o no una empresa del estado, la
pregunta tiene su truco. En cualquier caso, esta fue mi respuesta a Jorge:
Watts Humphrey, el padre de CMMI, decía que
certificarse CMMI 5 significaba que tu siguiente proyecto iba a ser exitoso. Él
no decía nada de los demás proyectos. Es natural, la organización recién
certificada “respiraba” CMMI, calidad, procesos, productividad y motivación,
algunos de los elementos clave para el éxito de los proyectos.
¿Pero y los demás proyectos, los que siguen a
continuación de ese?
Igual sucede con Ágil. Aun si el cliente visita al
proveedor potencial, este último le puede demostrar a aquel (¡a no ser que sea
una visita sorpresa!), que es Ágil.
¿Pero y los demás proyectos? [Acá entre nos, no existe
ninguna posibilidad de que una lista de chequeo sirva para probar que un
proveedor es ágil. Existen listas como esta de Henrik Kniberg
(http://goo.gl/QnQUN), una herramienta para evaluar una implementación de
Scrum, tratar de encontrar algo más allá es una utopía.]
Quienes hemos navegado por los vericuetos, a veces inescrutables,
de las certificaciones de todo tipo, que nos proclaman como los poseedores del
vasto poder del conocimiento y la experiencia, sabemos que eso no es suficiente
y que, en muchos casos, eso no garantiza el éxito. Sobre todo, en nuestras
economías tercermundistas, con nuestra idiosincrasia, con nuestra forma de ver
el universo.
¿Qué vale entonces?
¡La
confianza!
Aun una entidad del gobierno, debe dar el salto y
modificar su “modus vivendi” (Sí, lo
sé, no es fácil –pero igual, aun una entidad del gobierno debe saber que “ser
ágil no es solo cosa de sus proveedores”, la organización también debe
transformarse), para que pueda ser capaz de hacer pilotos, evaluar los
resultados y luego sí, ajustar con el probable proveedor o desecharlo de una
vez por todas y para siempre, condenarlo a 100 años de soledad, esa fatídica
maldición de los que no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra.
Incluso quizás unos cuantos sprints no serán
suficientes. Más aun, ¿cómo comprobar al final de varios proyectos si tu
proveedor es ágil? ¿Acaso es posible probar que parte del equipo no es ágil (el
equipo de desarrollo –del Proveedor) y parte sí (acaso el Dueño de Producto y
quizás el Scrum Master –del Cliente)?
Estaba reflexionando con toda esta perorata y mi
conclusión es que no es posible, al menos no tiene mucho sentido que este
cliente del estado, o cualquier otra empresa privada o de gobierno, evalúe si
un proveedor es ágil.
Quizás el proveedor sí es ágil, pero cuando se junte
con el cliente deje de serlo.
Quizás no lo es, pero cuando se junte con el cliente
aprenda a serlo.
Quizás sí lo es y cuando se junte con el cliente, siga
siéndolo.
En fin, las posibilidades son variadas.
¡Estamos de vuelta en la Confianza! Martín Alaimo, dice en su libro “Equipos
#MásProductivos”, citando a su vez a Gorerg Simmel, que “La confianza es una hipótesis sobre la
conducta futura del otro” y más adelante él mismo dice: “La confianza que inspiro en otros sobre mí,
la construyo y la sostengo a través de mis acciones.”
Algunos miembros de la Comunidad le respondieron a Abad
que era una cuestión de “feeling”. Yo,
por ejemplo, tuve varias novias (2 al menos) antes de quedarme con quien es mi esposa,
no era la más bonita pero sí la que más
confianza me generó. Y eso, mi estimado Jorge, no se consigue con una lista
de chequeo ni con una visita a casa de los padres de la novia. ¿Quién sabe? Quizás
mañana me divorcie.