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La falacia del superhéroe multitarea
Las carreras de ciclismo me parecen
muy emocionantes. Me apasiona verlas. Pero imagina esto: un director deportivo
conduciendo a 50 km/h por una carretera sinuosa de montaña, rodeado de miles de
espectadores eufóricos, mientras simultáneamente entrega un bidón a un ciclista
o una barra energética, grita instrucciones tácticas por radio y calcula
mentalmente los tiempos de carrera. Todo esto mientras "conduce" un
vehículo de dos toneladas. ¿Suena demencial? Bienvenido al mundo del ciclismo
profesional, donde esta práctica suicida se defiende con el argumento más
peligroso de la historia empresarial: el infame "siempre lo hemos hecho
así".
Esta locura ciclística es el
espejo perfecto de lo que está destruyendo silenciosamente nuestras
organizaciones tecnológicas. Y no, no estoy exagerando.
En el desarrollo de software
moderno, especialmente en entornos "ágiles", vemos el mismo patrón
destructivo. El Product Owner que está en cuatro reuniones simultáneas mientras
"define" la hija de ruta del producto. El Scrum Máster que facilita
retrospectivas mientras programa y hace pruebas "para ayudar al
equipo". El líder técnico que hace revisión de código mientras está en una
llamada con el cliente explicando por qué el sprint falló... otra vez.
¿El resultado? El mismo que
cuando el director ciclista inevitablemente choca: desastre total. Solo que en
nuestro caso no son huesos rotos, son productos digitales que nacen muertos,
equipos quemados y millones en alguna moneda evaporados en iniciativas que
nunca debieron existir.
Pero la multitarea tiene un costo
mucho más grave, uno que prácticamente es irrecuperable. Para saber cuál es,
por favor, lee mi artículo El
verdadero costo de la multitarea en mi Gazafatonario:
El
costo de hacer multitarea - Gazafatonario IT
Ahora les hablaré de otro costo oculto
en nuestras prácticas tradicionales.
El costo oculto del "Siempre lo hemos hecho así"
Aquí viene la parte que duele:
las organizaciones que presumen de ser "ágiles" y "lean"
son las peores infractoras. Han convertido los marcos de trabajo en religiones,
los roles en títulos nobiliarios y los eventos en rituales vacíos.
Lo escucho a cada rato, con aire
de orgullo: "Mi CTO está en las reuniones importantes, revisa todo el
código y además lidera la estrategia de IA". Al preguntar: "¿Y cuándo
piensa?", el silencio se hace incómodo. Porque claro, pensar no está en el
backlog.
La ironía salta a la vista. Lean
nos enseña a eliminar desperdicios, pero mantenemos a nuestros mejores talentos
haciendo malabarismo con tareas incompatibles. Scrum habla de foco y
compromiso, pero nuestros Product Owners están tan dispersos que no podrían
reconocer una propuesta de valor ni aunque les pegara fuerte en la cara.
No creas que la IA no va a salvarte, va a exponerte. Y es que,
con la explosión de la IA generativa, la situación se vuelve tragicómica. Veo
equipos implementando GitHub Copilot mientras su arquitectura base es un
desastre o gerentes pidiendo "meter IA" en productos que aún no
logran encajar en el mercado.
La IA amplifica. Si tu proceso de
desarrollo es caótico, la IA lo hará caóticamente más rápido. Si tu Product
Owner no entiende el problema del usuario, ChatGPT le ayudará a no entenderlo
con párrafos más elegantes.
El antídoto: separación radical de responsabilidades
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Volvamos al ciclismo por un
segundo. La solución es simple: el conductor conduce, punto. Otro miembro del
equipo maneja la logística con los ciclistas. ¿Revolucionario? No. ¿Sensato?
Absolutamente. En nuestras organizaciones tecnológicas, necesitamos la misma
claridad brutal:
El Product Owner debe
obsesionarse con el usuario. No con Jira, no con las reuniones diarias, no
con el código. Su trabajo es entender tan profundamente al usuario que pueda
predecir sus necesidades antes que ellos mismos. Si está en más de dos eventos al
día, hay síntomas de intoxicación.
El Scrum Máster facilita, no
ejecuta. Si está probando, no está observando las dinámicas del equipo. Es
como un psicólogo que está tan ocupado tomando pastillas que no escucha a sus
pacientes.
Los desarrolladores
desarrollan. No están en reuniones de estrategia de negocio. No están
vendiendo al cliente. Están resolviendo problemas técnicos complejos, lo cual,
sorpresa, requiere concentración profunda y tiempo ininterrumpido.
Intenta lo siguiente: imagina que
cada vez que alguien en tu organización hace multitarea con responsabilidades
críticas incompatibles, está literalmente conduciendo un carro a alta velocidad
mientras mira el celular. ¿Cuántos accidentes tendrías al día?
Ese error crítico en producción
que costó mucho en ventas perdidas: accidente por conducir distraído. Esa funcionalidad
que nadie usa después de 6 meses de desarrollo: choque frontal por no mirar la
carretera. Ese equipo estrella que renunció en masa: volcadura por intentar
cambiar de carril en zona prohibida.
Las organizaciones que
sobrevivirán la próxima década no serán las que tengan la mejor tecnología o
los frameworks más modernos. Serán las que tengan el coraje de decir:
"Esto que hacemos es estúpido y peligroso, y vamos a parar".
Serán las que entiendan que un
Product Owner enfocado vale más que diez "haciendo de todo un poco".
Que un equipo de desarrollo con 4 horas diarias de concentración profunda
produce más valor que uno en reuniones perpetuas. Que la IA es una herramienta,
no una varita mágica.
Mi advertencia final
Si tu organización sigue operando
como el director ciclístico, haciendo malabarismo con responsabilidades
críticas incompatibles mientras acelera hacia el futuro, la sacudida será
inevitable. La única pregunta es: ¿será un raspón del que puedan recuperarse, o
será el accidente que los saque definitivamente de la carrera?
El ciclismo profesional puede
darse el lujo de ser torpemente tradicional porque el espectáculo vende. Tu empresa
no tiene ese privilegio. En el mundo del desarrollo de productos digitales, los
dinosaurios no se extinguen lentamente; desaparecen en un trimestre malo.
Así que la próxima vez que veas a
alguien intentando ser el superhéroe multitarea, recuerda al director ciclista
entregando bidones mientras serpentea entre la multitud. Y pregúntate:
¿realmente queremos esperar al choque para cambiar?
La física no perdona. El mercado
tampoco.